Desabrochando a Martha

Archive for febrero 2012

Tengo la eterna fortuna de poder expresar mi cariño a la persona que quiero en lugares públicos, cuando andamos de la mano o el esporádico piquito marcaterrenos.  Soy feliz porque hoy podría ir a cenar, bailar y disfrutar una maravillosa velada con mi maravillosa pareja, si quisiéramos.

Tengo la esperanza y la seguridad que, si la vida lo dispone y el tiempo así lo permite, vamos a poder compartir nuestras vidas y tener la boda del siglo.  Si no podemos tener hijos, podríamos adoptar algún pequeñín sin mayor problema.  En conclusión, seguiremos expresando nuestros verdaderos sentimientos sin que nadie los bombardee con odio.

Yo tengo la fortuna de disfrutar de un derecho inherente porque me gusta un hombre y yo soy mujer.

Eso es algo que se dio.  No me acuerdo escuchar a doña Martha repetirme que  me tenían que gustar.    Tampoco me acuerdo de haberme sentado con mi Barbie y mi Ken a pensar los pros y los cons de que me gustara uno u otro.  En otras palabras, no fue una decisión o una obligación.

Simplemente me gustaba Leo, un compañerito del kínder, y le dije que si quería ser mi novio.  A lo que respondió que bueno, pero que él era novio de Steph.  Creo que en ese momento formamos el trío más joven del mundo… pero no duró mucho porque, eso de estar compartiendo mi hombre, no es lo mío.

A como es natural para mí, es de natural para los hombres que les gustan las mujeres y para los que les gustan los hombres y para las mujeres que les gustan las mujeres.

Las mismas bellas mariposas sentimos unos, a como sentimos los otros cuando vemos a la persona que amamos.   Por culpa de los nervios, también hacemos las mismas ideoteces frente a esa persona.  Igual que vos, todos pensamos en ese ser especial cada segundo de nuestro día.

Entonces, aquí hay algo que no entiendo.

Si esto se da por naturaleza propia de cada uno y todos tenemos tantas cosas iguales, ¿cómo puede ser posible que, la única diferencia, sea la que haga que no se les den los mismos derechos?

El otro día vi un video en youtube (mi nuevo mejor amigo) de una legisladora republicana del estado de Washington, quien defendía la unión civil entre personas del mismo sexo.  Ella comenzó hablando de cómo vivió muchos años con el hombre al que ama, hasta que él falleció.  Ella decía que de todo lo que quería tener de vuelta, lo último era el sexo y no porque no lo disfrutara.  Lo que más extrañaba eran todos esos momentos que habían construido juntos, todos esas anécdotas graciosas, esos dulces recuerdos que solo puedes compartir con la persona que amas.

Justamente es eso lo que no se les puede negar a una pareja del mismo sexo porque es inhumano, es una crueldad.

Estoy de acuerdo con ella que es responsabilidad y deber de nosotros, la mayoría, responder por los derechos de la minoría.  Es nuestra obligación como seres humanos pelear por su amor, para que sea respetado como cualquier otro que crezca en cualquier parte del mundo.

Ahora bien, yo aquí no me estoy metiendo a la iglesia ni a la religión.  Yo no estoy hablando de sacramentos.  Yo estoy hablando de uniones civiles, donde ellos puedan compartir los mismos derechos que vos  podrías compartir el día que te juntés o te casés.

Me refiero a casos como el de un conocido quien terminó en la calle después de que su novio falleciera y la familia no respetara el testamento donde le dejaba todos sus bienes a su pareja.  Él no pudo reclamar porque no hay ley que le ampare.  Hablo de casos de parejas que desean, fervientemente, darle un hogar y ser los padres de algún huerfanito, quien están viviendo un infierno en algún orfanato del PANI.  O del simple hecho de que el Seguro Social de uno cubra la enfermedad del otro.

Estoy hablando de los mismos derechos que le fueron otorgados a las parejas de unión por hecho.

Derechos civiles.

Derechos que hemos adquirido por haber nacido en este país, pero que se les ha sido arrebatados por ser diferentes a la norma.

A modo de cierre aleccionador: si a los cristianos del mundo anteponen el mandato divino, yo solo les quiero recordar Mt 22; 37-40.  Si piensan que es una error que homosexuales críen niños, sepan que los culpables de la epidemia de violencia contra los niños en el país, en su mayoría, son los padres naturales que agreden a los hijos que parieron.  Si piensan que el sexo entre hombres es una aberración, acuérdense de las veces que le han pedido a su novia “hacerlo por detrás”.  Si piensan que el sexo entre mujeres es contra natura, no se les olvide que la fantasía número uno de muchos hombres es tener a dos mujeres en su cama y no para jugar UNO, digamos.

Familia Lutes-Stein de Texas. Pueden leer sobre ellos en dandole click en la imagen

Familia Lutes-Stein de Texas. Pueden leer sobre ellos en dandole click en la imagen

¡Yo necesito que me entiendanmen!

¡No es tan fácil como simplemente separarte de tu compañera de toda una vida!  ¡Uno pasa por un duelo!

Un duelo en el que, lo único que uno puede pensar, es en buscar un sustituto, como My Drunk Kitchen o Jenna Marbles.

Así es que puedo decir que he logrado mantenerme alejada de los televisores… excepto en dos ocasiones.  La primera fue en la casa de mi amiguita Annie, quien me invitó a comer crepas caseras de nutella con fresas, bananitos y kiwis con helados, el día del cumple del papá.

Simplemente me dijo que si ponía una película.

“Vos sabés que no puedo.”

“Ahí pusiste que si estabas de visita ibas hacer la excepción.”

“… pero no me haga caer!…”

“Entonces, conversemos… “

Su tono me hizo morirme de la risa, darme cuenta que era una guerra perdida y lo mejor era abdicar.

Aunque se la jugó bien, porque vimos The Help, nominada a 4 Oscars incluyendo Mejor Película, Mejor Primera Actriz y Mejor Actriz Secundaria para dos actrices diferentes (de lo cual, estoy completa y totalmente de acuerdo)

Ven: ¡no rompí ninguna regla y no rompí la dieta porque tenía frutas y un lácteo!

(…si el Nutricionisto se diera cuenta…)

La segunda fue con el Compañero Sentimental, quien me apoya completamente con mis ideas absurdas, pero llegó el momento en que sus ojos de perrito arrepentido tenían que aparecer para decirme que, justo el día que lo voy a visitar, es la final del Super Bowl.

Yo me rehúso ser de esas viejas locas e histéricas que pega gritos llorosos reclamándole y diciéndole que me está haciendo caer en un abismo.  Así es que vimos los últimos segundos (que se convirtieron en minutos) del partido.

Siendo honestos, no cuenta porque de fútbol americano solo entiendo que pasan anuncios buenísimos como el de WeGo o el de Doritos, que se come alitas picantes, se toma mucha birra y que hay gente que se enoja si se le apaga el televisor.

En conclusión: es difícil visitar a las personas porque, aparte de recetarte comida deliciosa, te recetan películas y series.  Eso me asombra sobre manera porque, ¿dónde quedaron los juegos de mesa?, ¿dónde quedó el desarrollar una hermosa relación por medio de la comunicación?, ¿cómo no se les ocurrió ver un capítulo de House ahora que ya viene la última temporada?

En general, está siendo una experiencia enriquecedora para darme cuenta la cantidad de tiempo que he perdido con esta caja del demonio (a como me refiero a ella últimamente)  Hoy por hoy puedo decir que he dormido más y mejor, he ido más temprano al gimnasio, he cocinado más, he escrito más y hasta he admirado más el mundo exterior con las cuadrúpedas.

Aunque tampoco voy a mentir.  Me sorprende la necesidad interna de mi espíritu por prender la máquina que hasta llegué al punto de desconectarlo porque, cuando me doy cuenta, estoy buscando el inservible control remoto.  Pero para hoy jueves, mi cuerpo se ha de haber desintoxicado porque ya ni lo busco y fijo se perdió porque hoy vino la señora a limpiarme la casa.

A parte de eso, puedo decir, que los días que trabajo desde el hogar se me hacen eteeeeeeeeeernos.  Antes era mi compañera fiel que, aunque yo no ponía atención, era el telele que escuchaba y no me hacía sentirme tan sola.  Ahora, mis mejores amigas son las dos bolas de pelo y amor, que no me hablan ni aúllan ni ladran.  Solo me ven con sus ojos fijos, hambrientos y acosadores que me ruegan por un pedazo del emparedado que me hice para almorzar.

¿Que qué pasó con el libro de Kundera?

No voy a mentir y decir que ya lo terminé.  Digamos que por lo menos ya lo saqué del bulto y he adelantado unas cuantas paginitas en las frías noches josefinas.

Pero digamos que me han hecho ver que, por el proceso tan duro de desintoxicación, he pasado yutubiando más.  Lo cual podría… podría… considerarse hacer lo mismo pero con otro nombre.

¿Será que youtube debería entrar dentro de la lista de los no-no?

A mediados de enero estaba saliendo de mi casa cuando una figura sombría se me acercó.  Mi reacción natural fue dar un paso atrás…

“¿Muchacha, ahí vive doña Martha?”

“Sí.”

“¿Marthita, no se acuerda de mí? Soy Annie”

“¡Por Dios Santísimo! ¿Annie?  ¿Annie, Annie, mi nana Annie?”

“Sí mi chiquita, soy yo.”

Mi mamá conoció a Annie pocos años después de que se divorciara,en este grupo de la iglesia católica llamado el NeoCatecumenado.  Era  una jovencita de 18 años quien amaba la vida y tenía la voz más linda que jamás he escuchado en la vida.  Su carisma era tan hermoso y era tan cariñosa que al poco tiempo se convirtió en nuestra nana.  Mi recuerdo más vivo con ella es estar en la iglesia, las dos jugando a dar vueltas.

Pero como todo en la vida, todo sigue su ritmo y llegó un punto en el que nunca más volvimos a ver a Annie.

Hasta hace unos 10 años.

Doña Martha regresó al grupo.  Las vueltas de la vida hicieron que ella estuviera en la misma comunidad que la mamá de Annie.  Con la fuerza que solo una madre puede tener, le contó que ya no vivían juntas porque le había robado hasta lo que no tenía para gastarlo en drogas.

Escuchar esa noticia fue como una patada en el estómago.

Para Semana Santa, un par de días antes de la Pascua, Doña Martha ofreció llevar a varias personas a su casa en su hermosa buseta de 12 personas.  Entre ellas, a la mamá de Annie, quien se sentó al frente.

100 mts sur de la Cañada, escuchamos:

“¡MARTHA! ¡MARTHA! ¡MARTHA!  ¡ES PASCUA!”

Doña Martha pegó un frenazo inmediatamente.  Yo nada más vi algo que no puedo definir: una figura que corría como queriéndose quebrar, un esqueleto sucio, con el pelo enredado, casi sin dientes, que escupía palabras gruesas, con ese tono de hablar de la calle, con los ojos perdidos en el limbo de su realidad.

La mamá de Annie solo le pedía a mi mamá, en nombre de todo lo que es bueno y santo, que por favor arrancara.

Ese zombie se aferró a la ventana de doña Martha quien, en la muerte de su suspiro, dijo el nombre.  Ese momento fue como sacado de una película: Annie pidiendo dinero para un café porque no había comido quién sabe desde cuando, doña Martha en shock porque no entendía lo que pasaba y la mamá de Annie le decía que se fueran ya con la mayor de las frialdades.

Le dio 300 colones que era la único que tenía y seguimos con el corazón en la mano.

Nunca, en la vida, voy a olvidar ese momento en el que Annie me volvió a ver y gritó “¡Marthita, mi chiquita!”, estiró su mano para tocarme y yo me hice para atrás.

En fin, creo que nadie logró dormir.

La mamá de Annie nos llamó al día siguiente: los compañeros de andanzas la había golpeado de tal manera por robarle la plata, que estaba internada en el hospital.  Al salir, la mamá hizo lo que una madre siempre hace: se la llevó a su casa con la promesa incierta de que entraría en rehabilitación.

A los pocos días, fuimos a visitarla.

“Marthita, nunca se meta drogas, nunca.  Es un mundo tan feo y usted es tan linda, mi chiquita.”

“Pero Annie, ¿cómo te dejaste?  ¿Cómo llegaste a ese extremo?”

“Muy fácil Marthita.  Primero probé la marihuana y esa sensación de paz es increíble.  Después cogí fumada y es muy rico, me gustó, ¿me entiende?  Luego me regalaron un puro de marihuana con coca y  no hubo vuelta atrás.  Pero, ¿usted me entiende?  Yo quería sentir más.  Y me empecé a meter coca, heroína, extasis… hasta que un día alguien me dijo que probara la piedra.  Marthita, el momento en el que la prende, tira ese destello y uno empieza a sentir algo tan maravilloso por todo el cuerpo… Uno la pasa tratando de volverlo a sentir, pero en su puta vida vuelve… y uno fuma, y fuma, y fuma, y fuma buscando sentir lo mismo…”

Entre las historias más crudas que me contó, se acuerda de una noche en que un hombre en un 4×4 lujoso llegó a la esquina donde siempre estaba.  El del carro les dijo que tenía una casa llena de droga y que si quería, podían irse con él.  Eso fue una orgía que duró una semana.  El legítimo, todos contra todos: cogiendo, inyectándose, oliendo, durmiendo, cagando, fumando y volviendo a coger.

La crudeza está en saber que eso pasó a 100 mts de mi casa, en la de un alemán que sólo Dios sabe que pasó con él.  Era un piloto que estuvo en la cárcel por andar no sé cuántos kilos de cocaína en una avioneta.

Annie no aguantó y a las dos semanas volvió a la calle, robando a su mamá lo poco que tenía.

No voy a mentir, cada vez que pasaba por la cañada, iba con los ojos muy abiertos tratando de ver alguna cara conocida, con los oídos muy atentos tratando de escuchar mi nombre, con el corazón que me latía a mil, con el cerebro maquinando el qué hacer si me la topaba.

Verla, finalmente, frente a mí, recuperada, bien vestida, como cualquier hija de vecino, me hizo un nudo en la garganta y lo más que uno puede hacer es darse un abrazo fuerte.

“Tengo cinco años sobria.  Ahora ayudo aquí no más, que pusimos una casa de restauración.”

“Annie, se lo juro, me ha hecho muy feliz hoy.  ¿Cómo fue que se recuperó?”

“Casi me muero dos veces.  A la segunda me dije, ¿qué putas estoy haciendo aquí, Dios mío?  Tengo el hígado destrozado, tenía anemia, la sangre ralita… si yo le contara mi chiquita.   Pero Gracias a Dios, llevo 5 años sobria, un día a la vez… Ya hasta le hablo a mami,” me cuenta, todavía con ese modo de hablar tan particular de la calle.

Como siempre he dicho, cada quien hace de su culo, un florero.  Pero cuando alguien cercano decide vive en ese infierno, es como que le estén metiendo la flor a uno.

Nunca dejé de pensar en Annie y de sentir una angustia profunda en el corazón.

Ya no más.

La Inmortalidad de Milán Kundera.  Tengo más de tres meses de andar cargando el bendito libro en mi bulto, de sacarlo a pasear todos los días que voy a la oficina.  Estamos hablando de un libro de 412 páginas, de letra tipo Times de un máximo de 11 puntos.

No logro terminarlo y eso, damas y caballeros, me tiene frustrada.

Lo mejor de todo es que no es por falta de ganas, porque a mí me mata Kundera (aquel párrafo de La insoportable levedad del ser donde le da vida a sus personajes, en la conciencia eterna que es una simple novela… ¡NO HAY PALABRAS!)  No termino porque mi brújula está apuntando a un Norte diferente: Internet y Televisión.

La chupeta mecánica ha sido parte de mi vida desde que tengo memoria.  Siempre que he regresado al hogar (del kínder, la escuela, el colegio, el trabajo, etc) prendo la tele a pasar canales como degenerada y guardando, mentalmente, aquel canal donde están pasando algún programa que podría ser una opción viable de entretenimiento (uy, mirá, en Sony están dando America´s Next Top Model… regreso si no están dando nada bueno en TCM)

Así es que tomé la decisión de no volver a  prender la famosa máquina por un mes.  Un mes no es nada.  Menos, si estamos hablando de un Febrero bisiesto: 29 días pasan volando.  Se hace más fácil porque mi control remoto se dañó.

Ya sé qué están pensando: un control universal.  Pero no funciona en el mio, que es un intento fallido por regresar los teles con VHS, pero con DVD incluido en la misma caja.  Un bicho raro, funcional, pero raro.

Algo asi es el perol

Algo asi es el perol

La cuestión es que hasta el zapping se me ha dificultado.

Entonces, llevo dos días intentando semejante reto.  Lo primero que he notado es que en TODO lado hay, por lo menos, un televisor con cable.  En mi casa, donde Yelba, en cada uno de los pisos del edificio donde trabajo, en la cafetería, en el gimnasio, en cualquier food court, restaurante, supermercado, en el banco… ¡hasta en la pulpería del chino!

De lo otro que me he dado cuenta es que la reacción matemática es volver la cabeza hacia dónde viene el sonido.  Tengo que hacer un esfuerzo casi sobrehumano para no ver lo que están dando.

Así es que creo que es bueno poner reglas:

  1. No voy a ver televisión en mi casa, bajo ningún motivo o circunstancia.  Ni si quiera para ver a Adam Levine ser entrevistado en Jimmy Fallon.
  2. Cualquier medio internetoso como Cuevana está fuera de los límites, ergo, no cuenta.
  3. El cine no cuenta como televisión porque no hay anuncios que interrumpan la película y porque me tengo que preparar para ver los Oscars.
  4. Una excepción es cuando voy de visita a alguna casa.  En cuyo caso, no va a ser iniciativa mía, propia de mi misma, el decir que pongan la tele.  Si alguien lo prende, pues diay… no voy a ser maleducada.  Ahora bien, la mayoría de mis amigos que visito en sus casas leen mi blog: no. me. hagan. caer.
  5. La casa de doña Yelba es otra excepción porque ahí es otro mundo paralelo donde el mando todopoderoso de la señora se tiene que respetar y si ella quiere que la acompañe a ver la novela, pues la única opción que tengo es cerrar los ojos… en cuyo caso, me quiero evitar el “diay, ¿qué te pasa muchacha?” seguido de un manaso en la jupa.

Todos los viernes les voy a contar como me ha ido.  Al finalizar el mes, les voy a contar si me logré leer el famoso libro de Kundera y espero que algún otro, porque todavía me quedan 940 para leer los 1001 que hay que leer antes de morir.

¿Ustedes creen que lo vaya a lograr?

Quiero contarles que enero estuvo taaaaaan cargado de tantas cosas, que me dije a mi misma: mi misma, tomémonos enero de vacaciones en el blog.

Lo que me faltó decirme fue que debí de haberles comentado de mis intenciones vacacionales, por lo cual, me disculpo de la falta de blogs los martes.

Mas he regresado con más energías y positivismo e historias y tonteras que nos harán invertir el tiempo a ustedes y a moi (o eso me gusta pensar)

Lo primero que quiero contarles es uno de mis propósitos del año: volver al En un mes.  Escoger algo diferente que hacer, disfrutarlo por un mes y tenerlos al tanto.  El plan piloto fue sobre poesía, pues no era muy fanática que digamos.  Hubo a quienes sí les gustó.  Hubo otros quienes me dijeron, en persona, que lo odiaban.

En fin… para gustos condones, dicen por ahí…

Voy a empezar en febrero, publicando los viernes y creo que voy a vivir un mes sin televisor.  Voy a tener a mis hermanos y amigos como testigos.  Quiero aclarar que no cuenta ir al cine, porque me tengo que preparar para los premios Oscars, para tener criterio para opinar, digamos.

No TV por un mes... que Dios me ayude...

No TV por un mes... que Dios me ayude...

 

Espero que les guste y no lo odien tanto.

Igual que siempre: me llena de mucha alegría leer sus comentarios y si se les ocurre alguna idea de lo que podría hacer, pues mis ojos están atentos a sus pedidos.


Recibe un correo con el último post... bajo su propio riesgo de perder la cordura al leer tantas tonteras en un solo lugar!!!
... ¿quién dijo miedo?...

Categorías

Historico de las historietas

¡Protegido por derechos de Autor!

Escuchen bien, niñas y niños de la creación:
He pasado por muchas marthadas y momentos de angustia sudor y lágrimas, como para que alguien más lo tome prestado y sin permiso.
Robar es malo, malo, malo.
¡Los que roban se van al infierno, con el resto de sus amigos!