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Gotitas del saber
Posted 30 julio, 2015
on:- En: Marthadas | Vida
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Mi amiga Shirley tiene toda una filosofía de vida que va desde las caras de Putin cuando algo le sucede hasta frases célebres como “por culo dulce.” Ella es una exquisitez por la libertad de temas, improperios, opiniones y cometarios llenos de folclor y criollismo. acudo a ella cuando sé que tengo que sacarme del pecho algo políticamente incorrecto… lo cual suele suceder cuando vamos corriendo los fines de semana.
El domingo le conté que tengo que pasar por la pena de hacer algo que de verdad no quiero hacer, pero que tengo que hacer. Como siempre, salió de sus labios la frase que solo se puede escuchar con fuegos pirotécnicos al fondo, una banda marchante que toca alguna obra maestra, mientras ángeles cargan un letrero con la misma:
“Uno siente que es tiempo que va a necesitar cuando se muera.”
¡BOOOOM! My brain exploded.
Fue inevitable no pasar todos estos días filosofando sobre todo esas cosas inútiles, pero que había que hacer, en la que se perdió el tiempo… pero sin perderlo… ¿me explico?…
Voy a desmenuzarlo: aquí yo no estoy hablando de estupideces sencillas como lavar los platos porque eso hay que hacerlo para no llenarnos de hongos, básicamente. Estoy hablando de mayores magnitudes, como haber hecho una hora de fila en el Servicio al Cliente de un banco para que, al final, te digan que hay que llamar al estúpido número 800. O ir al cumpleaños de alguien que no te cae bien, pero tu mamá te obliga, con el pretexto de mantener la paz familiar. O que se te vaya el puto bus que va a la oficina y te toca esperar una hora en la acera para que salga el siguiente. O ir a una cita con alguien quien, a los dos segundos, te das cuenta que no hay química pero te quedás tres horas con el tipo porque no sabés como safarte.
Sí, todas me han pasado y en todos los casos siempre me pregunto: ¿qué carajos estoy lactando aquí?
Es peor aun cuando las expectativas son altas, los deseos muchos y todo comenzó bien… pero, poco a poco, todo fue en decadencia y simplemente no podés salir de donde estás. Como cuando te llevan a la fiesta de un Fulano en Tuculillo de Montes Largo y está tan aburrido, tan lejos, tan tarde que pagar un taxi es un sueño y dependés del pendejo que te llevó hasta allá (que, por cierto, la está pasando bomba)
Entonces, yo lo veo complicado porque no es como que uno pueda decir: “la puta madre que los parió a todos, me largo porque ya estoy harta” No. Se. Puede. No hay manera de anticiparlo. Uno se da cuenta hasta que te cae como balde de agua fría el pensamiento “mae, estoy mamando”.
Por eso, creo que últimamente estoy tan impaciente. A los dos segundos de ver que mi interlocutor está en otra vaina que no es la mía, salgo con un “bueno, chao mua”, “los vi” y mi favorito “me hartaron, me largo”.
Tampoco pido disculpas por irme porque cuando yo esté en mi lecho de muerte, viendo mi vida pasar, estoy segura que me voy a arrepentir de todo lo que no hice y el pedir perdón por irme cuando me estaban haciendo perder el tiempo, no va a ser una de ellas.